La vulnerabilidad masculina: cuando expresar emociones salva vidas
En consulta me he encontrado muchas veces con el mismo temor: niños, adolescentes y hombres jóvenes que sienten miedo de hablar de lo que sienten. Crecen pensando que la ternura es “fragilidad”, que mostrarse sensibles los hace menos masculinos, o que la vulnerabilidad pertenece al otro género.
Desde pequeños aprenden a reprimir lágrimas, a callar miedos y a esconder lo que los hace humanos. Ese mandato de “ser fuerte” se instala en la infancia, se refuerza en la adolescencia y muchas veces explota en la adultez, cuando aparecen hombres con años de dolor acumulado, convencidos de que pedir ayuda es rendirse.
Esta visión cultural de la masculinidad —donde fortaleza significa silencio y vulnerabilidad se vive como fracaso— no solo limita los vínculos con otros, también deteriora la relación con uno mismo. La evidencia muestra que esta represión está directamente asociada con depresión, ansiedad, consumo problemático de sustancias y con las alarmantes cifras de suicidio masculino (OMS, 2021).
Infancia: el inicio del silencio
La forma en que un niño aprende a expresar —o a silenciar— lo que siente marca un camino que puede acompañarlo toda la vida. Muchos reciben mensajes como “los hombres no lloran” o “aguántate como hombre”. Aunque hoy existen esfuerzos por cambiar estas ideas, siguen estando muy presentes. La investigación señala que los problemas emocionales en niños varones suelen pasar desapercibidos no porque sufran menos, sino porque sus síntomas se manifiestan de manera más callada y difícil de identificar (OMS, 2021).
A esto se suman las experiencias adversas en la infancia —traumas, negligencia o rechazo social— que impactan la capacidad de regular emociones y aumentan el riesgo de depresión o intentos suicidas en la adultez (Felitti et al., 1998; McLaughlin et al., 2010). Incluso algo tan cotidiano como el rechazo persistente de los pares puede dejar heridas de baja autoestima y exclusión.
Adolescencia: cuando la presión se intensifica
La adolescencia es un período crítico para definir la identidad. Los varones que aprendieron a callar lo que sienten suelen enfrentar más dificultades en esta etapa de cambios intensos. La dificultad para manejar las emociones —lo que en psicología llamamos “disregulación emocional”— se asocia con ideación suicida, autolesiones y consumo de sustancias (Weissman et al., 2019).
A esto se suma que muchos jóvenes evitan pedir ayuda por miedo a ser vistos como débiles (Oliffe et al., 2023). Fortalecer la inteligencia emocional, la autoestima y la autoconfianza es clave para protegerlos del riesgo suicida (Rivera-Hernández, 2020).
Adultez: la depresión invisible
En la adultez, la represión emocional se vuelve más evidente. La depresión en hombres rara vez aparece como tristeza: suele mostrarse en forma de irritabilidad, aislamiento, conductas de escape o abuso de sustancias. Esto hace que muchas veces pase desapercibida y no reciba diagnóstico. Aunque millones de hombres en el mundo viven con depresión, son mucho menos propensos que las mujeres a buscar ayuda profesional (Mental Health America, 2023).
El costo de este silencio es altísimo: los hombres representan la gran mayoría de muertes por suicidio a nivel global, un patrón que la OMS ha descrito como una de las principales crisis de salud pública.
Masculinidad rígida: un riesgo de vida
Diversos estudios confirman que este no es solo un problema individual, sino el reflejo de un modelo cultural. Los hombres que adoptan normas rígidas de masculinidad —autosuficiencia, dureza, control emocional extremo— tienen más del doble de riesgo de presentar ideación o conductas suicidas (Martínez-Antón, Sánchez-Ramos, & López-Ruiz, 2025). A esto se suma la presión constante de cumplir con los “debería” impuestos socialmente: ser el sostén económico, el que mantiene el hogar, el que dirige con firmeza, el que no duda ni se quiebra. Incluso en el ámbito laboral se espera que encarnen fortaleza y control absoluto. Estos mandatos no dejan espacio para mostrarse vulnerables ni para reconocer necesidades emocionales, lo que alimenta el silencio y eleva los riesgos para su salud mental.
El panorama es claro: mientras menos hombres buscan atención psicológica, las cifras de suicidio masculino triplican a las femeninas (INE, 2024). Una revisión sistemática encontró que en el 92 % de los estudios, la supresión emocional se asocia con mayor riesgo de suicidio (Rivera-Hernández, 2020).
En síntesis, la combinación de depresión no tratada, dificultades para manejar emociones, y la presión cultural que desincentiva mostrarse vulnerables es un cóctel peligroso que puede derivar en autolesiones o incluso en la muerte (Capron et al., 2017; O’Connor & Kirtley, 2018).
Hacia una masculinidad saludable
La evidencia es contundente: reprimir la vulnerabilidad masculina tiene consecuencias devastadoras. Desde la infancia hasta la adultez, los varones aprenden a ocultar sus emociones con costos enormes para su bienestar y para la sociedad.
Transformar esta realidad implica desarmar la idea de que ser vulnerable es ser débil. Educar a niños y adolescentes en inteligencia emocional, promover masculinidades más flexibles y derribar el estigma de la terapia son pasos urgentes para reducir el sufrimiento silencioso de los hombres.
En definitiva, conectar con la ternura, ese lado tierno que a menudo se nos prohíbe mostrar, salva vidas. La vulnerabilidad masculina no es una amenaza a la identidad del hombre; al contrario, es la vía para sanar heridas, prevenir tragedias y construir sociedades más humanas, donde ser sensible no reste valor, sino que fortalezca la posibilidad de una vida plena.
*Un agradecimiento especial a Ian Maeshiro Amanchantoux, practicante en Tándem Psicólogos, por su colaboración en la revisión de este texto.
Referencias
· Bukowski, W. M., Laursen, B., & Rubin, K. H. (2018). Peer relations: Development, influences, and interventions. Guilford Press.
· Instituto Nacional de Estadística (INE, 2024). Defunciones por causas de muerte
· Martínez-Antón, J., Sánchez-Ramos, J., & López-Ruiz, E. (2025). Masculinidad tradicional y conductas suicidas en varones. Revista Española de Psicología Clínica.